domingo, 18 de marzo de 2012

El japonés

Hace 5 o 6 años, no recuerdo muy bien la fecha exacta, me dio por empezar a aprender japonés. No recuerdo muy bien las razones que me llevaron a ello, pero debió de ser una mezcla de aburrimiento, interés por los idiomas y ganas de superar un reto aparentemente bastante difícil.
Porque el japonés tiene fama de ser un idioma muy difícil, no vamos a engañarnos, sobretodo por tener un "abecedario" distinto (aunque sería más correcto decir que tiene 3 sistemas de escritura...2 silabarios, hiragana y katakana, y luego ya los kanji, que son los símbolos que representan palabras completas).
[También me gusta poder escribir en japonés porque... así nadie sabe lo que estás escribiendo. Puedes estar poniendo cualquier cosa, como si es tu diario, delante de los demás, y no lo van a saber descifrar!Siempre me ha gustado ser bastante críptica xD]
"Nihon", es decir, Japón, que literalmente significa "el origen del sol".

Pero podría haber escogido aprender árabe, o ruso, o chino... así  pues, ¿por qué elegí el japonés?
-En primer lugar, me parecen muy interesantes su cultura, sus costumbres... muy diferentes a las nuestras. Cada vez que veo un documental o un programa en la tele donde se van de viaje a Japón, no puedo evitar quedarme maravillada con la cantidad de cosas curiosas que enseñan del país. O la forma en que combinan tradición e innovación, ciudades con rascacielos altísimos pero también con templos cerca... Evidentemente, quiero ir allí alguna vez de vacaciones :)
-Y en segundo lugar, casi podría decir que los japoneses me parecen una civilización superior. Tienen un sentido de convivencia y respeto por los demás mil veces mayor que el nuestro. Y un gran gusto por el silencio. Un ejemplo es el tren o el metro. Aquí en España, si vas en metro/tren, hay bastante ruido: gente charlando, hablando por teléfono, música sonando... eso es una rareza en Japón. Hablar por teléfono mientras que vas en tren es de mala educación y está tan mal visto que nunca verás a nadie haciéndolo. El silencio es algo muy apreciado por los japoneses.
Otro ejemplo sería fumar en la calle. A los que somos no-fumadores no nos gusta tener que respirar el humo del tabaco de otros. Pues en muchos barrios de Tokio y en otras ciudades está prohibido fumar en la calle y los fumadores tienen que ir a unas cabinas especiales. Aunque en general, la norma es que no se debe fumar mientras que estás caminando, sino que es mejor quedarte quieto (así no vas extendiendo el humo del tabaco). Además, suele haber ceniceros al aire libre que se usan (no como en España,ejem), de forma que no tiran las colillas al suelo y las calles no se ensucian. De hecho, a mucha gente le llama la atención precisamente eso, que las calles siempre están súperlimpias: sin papeles, ni envoltorios, chicles, latas, colillas, etc.

En cuanto al idioma, los silabarios de hiragana y katakana no son difíciles de aprender, sólo te hace falta un poco de memoria y práctica para reconocer los caracteres y saberlos escribir. Cada uno tiene 48 caracteres, y cada caracter representa una sílaba, por lo que un conjunto de ellos forman una palabra.
Esta es la tabla de hiragana:

y ésta la de katakana:

Y en cuanto a los temidos kanji, que son el verdadero terror de cualquier estudiante de japonés, hay unos... 11.000!! Pero no hay que preocuparse, porque no hay que aprenderse tanto. Los kanji de "uso común" sólo son unos 2000, de los cuales 1000 se aprenden en los seis primeros años de primaria en el colegio.
Ahora me preguntaréis...¿y tu cuántos sabes? Pues bien, yo estoy más bien a nivel... preescolar. Me sé unos 100 kanjis (jaja). Eso sí, las tablas de hiragana y katakana me las sé también completas.

Y por último, para terminar con esta mini lección de japonés, os dejo con los kanjis de los números del 1 al 10, que son sencillos y, si los sabes, sabrás contar en japonés del 1 al 99:


¿Cómo se dice 16? Pues muy fácil: diez (más) seis: juu roku
¿Y cómo es 32? Pues tres-diez-dos: san juu ni 三十二

Sayonara! :)


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martes, 13 de marzo de 2012

Cosas extrañas que me pasan (para variar)

El sábado fue la primera vez... que perdí un tren. Y de la forma más tonta/absurda/rara posible.

Es decir, ¿qué mente en su sano juicio no se extrañaría de subirse a un tren y que estuviera todo el vagón vacío? Vale, a mí también me pareció muy raro, pero pensé que si me bajaba para comprobar que era el tren correcto entonces arrancaría sin mí (porque ya era la hora) y entonces lo perdería... con lo cual, no me quise arriesgar. Además, estaba bastante segura de que no me había equivocado (error).
Total, que cuál fue mi sorpresa cuando el tren arranca y al minuto aparece...

...la chica de la limpieza con una fregona, mirándome con cara de sorpresa (la chica, no la fregona).

Resulta que me había montado en un tren que ya había terminado su recorrido, y ahora iba a una estación a 10 minutos...a repostar gasoil.

 Si es que lo que no me pase a mí... no sé donde tengo la cabeza!

Eso sí, tuve suerte porque me cambiaron el billete antiguo por otro tren que salía una hora despues y no tuve que volver a pagar xD
Y aprovecho para renovar la ley de Murphy...
Ley de Amanda: "Si puede pasar algo absurdo, le pasará a Amanda"

sábado, 10 de marzo de 2012

Concurso en el blog de Wendy

Wendy celebra con un tercer sorteo de libros su primer aniversario del blog (El blog de Wendy), así que si estáis interesados podéis participar aquí (click en la imagen!):


-La única base obligatoria del sorteo, para poder participar, es ser seguidor del blog.
-El premio son dos libros: Oblivion y Los extraordinarios secrets de April, May & June.

sábado, 3 de marzo de 2012

¿Es el amor una enfermedad?


El otro día, no sé cómo, surgió este tema. Unos afirmaban que el amor era una "enfermedad". Yo no opiné, pero me quedé pensando en ello, y hoy me dio por investigar un poco en internet para ver qué se dice sobre el tema.

El amor es química. Lo siento para los románticos, pero es cierto, al final todo se reduce a eso. Y lo que crees que ocurre en el "corazón", nada más lejos de la realidad... ocurre todo en el cerebro (Y ahora más os vale coger aire porque viene una pequeña parrafada científica-técnica xD)
Ocurren en el cuerpo una serie de reacciones químicas, que llevan a la producción en gran cantidad de algunas hormonas, como la adrenalina o la noradrenalina, que hacen que aumente la presión arterial, que el corazón lata más deprisa, pérdida del apetito… También aumenta la producción en el cerebro de feniletilamina (compuesto de la familia de las anfetaminas), que provoca a su vez que se segregue dopamina, oxiticina y norepinefrina, responsables de las sensaciones y cambios fisiológicos que experimenta la persona en cuestión. Vamos, los típicos síntomas del enamoramiento.


Curiosamente, esto de la feniletilamina está relacionado (al parecer) con que la gente deprimida o con una desilusión amorosa coma mucho chocolate. ¿Por qué? Pues porque el chocolate tiene este compuesto, que ayuda a suplir su escasez cuando el cerebro deja de producirlo; en otras palabras, comen mucho chocolate por la adicción a la feniletilamina, para compensar que ya no la están produciendo en el cerebro.

Por otro lado, según la página que estuve leyendo, toda esta bioquímica dura unos 3 años, y luego decae… para comenzar con otra fase distinta, en la que se segregan otras sustancias como las endorfinas –las “hormonas de la felicidad”-, por lo que la “pasión” disminuye a la vez que aumenta la sensación de seguridad que da lugar a un amor más sosegado.  Como dice en la misma página:

Ese estado de "imbecilidad transitoria", en palabras de Ortega y Gasset, no se puede mantener bioquímicamente por mucho tiempo.

En resumen, que el amor viene siendo como una droga que te hace adicto y cuando la dejas de sintetizar sufres porque te han quitado tu dosis diaria de feniletilamina!
Pero claro, no sería la típica "enfermedad" que se contagia por medio de algún virus, o por bacterias... sino que la contraerías por ti mismo. Eso si, ¿será contagiosa?
Ah, y no me digáis que no es casualidad…que justo en esta página que me pongo a leer, voy, y encuentro una cita de cierto autor referente al amor. ¿A que no adivináis de quién? Sí, Jardiel Poncela:

 El amor es como la salsa mayonesa, cuando se corta hay que tirarlo y empezar otro nuevo.
- Enrique Jardiel Poncela.

Una amiga mía describe todo este extraño y mágico asunto en una entrada de su blog, un post que a mí sinceramente me encantó (alerta: publicidad subliminal xD), aunque desde un punto de vista mucho más romántico, y con el que cualquiera se puede sentir identificado, estoy segura. Os dejo con una cita de su post, una comparación que me hizo mucha gracia (y lleva toda la razón):

<<…Porque quien no arriesga nunca gana, es imposible que te toque la lotería si no compras los cupones, pero arriesgarse es sinónimo de subir a lo alto de un edificio, encaramarse al alfeizar del último piso, quizás te caes, quizás te das la torta de tu vida, pero quizás permaneces allí, puedes mantener el equilibrio y conseguir salir victorioso.>>

Conclusión:
Puede que el amor sea una enfermedad, con unos síntomas bien definidos, pero... si ése es el caso, es una enfermedad que, en mi opinión, merece la pena contraer, porque es de las pocas cosas que te pueden hacer feliz en esta vida. También puede ocurrir lo contrario, que te haga muy infeliz, por supuesto, pero… “quien no arriesga no gana”, no es así? Y si no arriesgas…es como si ya hubieras perdido.
Por otro lado, un mundo en el que se considerara al amor una enfermedad, e inventaran una cura, sería un mundo escalofriante, ¿no creeis? Sería un mundo en el que sentir fuera considerado casi un delito, o por lo menos un desorden de la personalidad que hay que arreglar. Este tema precisamente es el argumento de un libro que leí el año pasado, titulado Delirium y cuya reseña (si os interesa) podéis leer aquí.

El amor se trata de… como mencioné antes…”imbecilidad transitoria”, aunque yo prefiero llamarlo “locura transitoria”, que es precisamente la etiqueta que le voy a poner a esta entrada.

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