Que no te tomen el pelo!

Ayer fui a la peluquería. En realidad, no soy de esas personas que necesitan ir cada 15 días, es que no me cortaba el pelo desde noviembre y...se notaba xD

Así pues, el tema de hoy es: las peluquerías

Aaaay...la peluquería! Ese sitio al que la gente acude cuando se quiere lavar, cortar, teñir, o simplemente peinar su cabello. O a veces es que se aburren en casa y bajan para charlar un rato con las peluqueras, al fin y al cabo, son de las personas más charlatanas y cotillas que conozco.

Pero también son de las personas más peligrosas que puedes tener como enemigas. Un mal corte de pelo, hecho a traición, te puede arruinar la vida (hasta que te vuelva a crecer,claro)..y ya me estoy llendo por las ramas otra vez. A lo que iba: las peluquerías son, ciertamente, un lugar curioso. Siempre se sigue el mismo ritual, que comienza cuando pides la cita y te sientas en esa butaca, y acaba cuando pagas y te vas con la mitad de pelo y de dinero que cuando venías. Pero la experiencia de verdad es lo que ocurre entre esos dos momentos.

Todo empieza cuando llegas a la peluquería y te pones a esperar en los sillones. En realidad da igual si pediste cita o no, porque tendrás que esperar y lo sabes, poniéndote nervioso mientras pasan los minutos y no te toca. Y si no tienes que esperar es porque no hay nadie, y si no hay nadie es mala señal, porque si está vacía por algo será...y te empiezas a poner nervioso. Como veis, en cualquiera de los dos casos acabas impacientándote.

Mientras tanto, decides coger una revista de tooodo el megamontón que hay en la mesita, porque otra cosa no, pero revistas hay para dar y tomar! Y no está mal porque te vas enterando de cotilleos que no sabías sobre famosos, y aprovechas para leer también tu horóscopo, aunque por supuesto que no crees en él, pero lo lees por si acaso...(nunca se sabe!)

Por fin dicen tu  nombre y te llevan hasta el lavabo donde te lavarán la cabeza. Aunque "lavabo" no es la palabra...yo más bien diría "destrozacuellos" o "tortura insufrible"... porque, no sé si a vosotros también os pasa, pero yo cada vez que entro ahí salgo con tortícolis. Al principio es cómodo, pero después es como si se fuera bajando el sitio donde apoyas el cuello, así que el cuello va echándose hacia atrás, cada vez enseñas más la garganta (quizás para tentar a algún vampiro que pase por allí), y deseas que la tortura acabe de una vez por todas.

A ver, no estoy diciendo que sea una tortura horrible todo el proceso, porque a mi me encanta que me masajeen la cabeza, relaja mucho y es muy placentero, pero lo del cuello es que me mata, es incomodísimo.

Entonces, la chica enrrolla tu melena en la toalla y, con la mejor de sus sonrisas, te convence para que te sientes en la butaca de cortar pelo. Después te pregunta qué es lo que te quieres hacer y se lo dices, aunque en el fondo dá igual porque sabes que tu opinión no importa mucho en esto. Si le dices que te corte "sólo" las puntas, te dejará con una melenita corta, porque para ella las puntas llegan casi hasta el cuero cabelludo. 

Ah! Y eso sin hablar de cómo te riñen por lo mal que tienes las puntas! Oh my god! Tienes las puntas súpermal, ¿desde cuándo hace que no te cortas el pelo? Y tú...si, ya, bueno, la verdad es que desde hace unos meses...La peluquera sigue en estado de shock, y cuando afirma que esas puntas están sin cortar desde verano, no te atreves a contradecirla (noviembre, recordáis?) porque es lo peor que puedes hacer!

Bueno, no, en realidad lo peor que puedes hacer es sentarte en la butaca y decir "Sorpréndeme!"

Como iba diciendo...

Desde el espejo vigilas sus movimientos, y vas viendo cómo caen los mechones de pelo, así que te sientes un poco insegura, piensas "¿debería haberle dicho que me lo cortase menos?" y te mueves intranquila. Pero este movimiento impide que la chica vea bien dónde está cortando y te empuja la cabeza hacia un lado o hacia abajo (empeorando la tortícolis de antes). Esto se repite varias veces, porque o es que subes la cabeza cada 2 por 3, o ella cree que tienes un cuello más flexible que el de un avestruz.

Además, te peina con un peine que más que un peine parece un rastrillo, o bien es que le da muy fuerte, no sé.

Cuando por fin acaba de cortar, pueden pasar 2 cosas: que te horrorice enormemente el resultado (por suerte solo me ha ocurrido una vez en la vida, aunque más bien fue culpa mía, porque el flequillo recto no era mi estilo), o que sea aceptable.

Entonces comienza a secarte el pelo con un secador súperpotente, que ya quisiera yo tener uno así en casa, y tienes que soportar los latigazos que te da el cable en la cara, además de los pelos que se te meten en los ojos y que no puedes apartar porque tienes las manos atrapadas debajo del delantal que te ponen (no sé como se llama :P).

También suele ocurrir que te pica la nariz o cualquier otro lugar inaccesible y te tienes que aguantar hasta que pasa; o bien haces muecas con la esperanza de que se te pase, pero con la posibilidad de quedar como un rarito xD

Finalmente, la peluquera acaba y te da una vuelta en la silla para que veas cómo te ha quedado. Como probablemente no es el resultado final ideado que querías (algo a lo Scarlett Johanson o Cameron Díaz, ¡como si un corte de pelo te fuera a cambiar la cara entera!), te sentirás un poquito insegura, pero finges que te ha encantado y que es lo más maravilloso que veías desde hacía años.

Y ahí acaba la experiencia en la peluquería :)

  A mis queridos lectores: contadme vuestras experiencias! ¿Os pasa lo mismo? ¿Creéis que sólo son ángeles que se quieren divertir? ¿O más bien enviados del demonio?

Espero vuestras respuestas! :)