jueves, 31 de julio de 2014

Sobre cositas que me cabrean

Me intriga en gran medida saber cuál habrá sido la curiosa secuencia de pensamientos que haya obligado a aquel hombre a preguntarme si...

Vamos a ver, ¿Existe alguien que no sea consciente de como es su propia personalidad? ¿Realmente hay alguien que no sepa cómo es su propia forma de ser? Me resulta bastante improbable.
Yo sé cómo soy. Sé que soy tímida. Sé que soy introvertida, callada, seria, reflexiva, sé que hablo poco, creedme, soy plenamente consciente de ello.
Sé que ante situaciones en las que tengo que conocer a gente nueva, especialmente si es un grupo con varias personas nuevas, sé que me retraigo en mí misma y hablo poco (o nada). ¿Por qué? Porque al igual que todos los tímidos, no me siento cómoda en esas situaciones. No tengo la suficiente confianza como para entablar conversación con alguien del que no sé absolutamente nada, por miedo a decir cosas absurdas y a hacer el ridículo, y ya no sólo eso, sino que además carezco de la capacidad de desarrollar temas de conversación con una persona que acabo de conocer.
En esas situaciones no sé qué decir, y prefiero quedarme callada. Y si no hablas pareces serio, y si pareces serio probablemente también pareces aburrido, estirado y borde. Sólo puedo suponer, porque yo desconozco cómo me ven los demás. A saber.

El quid de la cuestión es que los tímidos reconocemos los síntomas de otros tímidos. Y en esos casos, ¿qué hacemos? ¿les avergonzamos más preguntándoles que por qué no se abren? ¿les incomodamos más preguntándoles que por qué no hablan? ¿pasamos de ellos y tampoco les dirigimos la palabra? Porque claro, si un tímido no me habla, dios me salve de hablarle yo a él.
No.
No, señor.
Al menos yo -y hablo desde mi experiencia-  si me presentan a alguien y veo que es más tímido que yo, le pregunto un par de cosillas para que hable un poco. Cosas normales, nada de sacar temas de física nuclear avanzada. Y poco a poco se coge más confianza. Y si después de responder se hace un silencio, no pasa nada, que tampoco es un interrogatorio y el silencio también se puede disfrutar. Y si pasa un tiempo y no saca tema de conversación, pienso yo en algo para que continúe hablando y contando cosas y perdiendo la timidez conmigo.

¿A que no es ningún procedimiento complicado? Tratar con gente tímida es bastante fácil, no hay ninguna clave súpersecreta, es todo bastante de sentido común,¿no?

Pos no.

Como el sentido común es el menos corriente de todos los sentidos, en el mundo real apenas hay gente que trate a los introvertidos de la forma que acabo de explicar. Parece increíble pero es la verdad.
Y es por eso que me intriga extremadamente saber qué cojones se le pasó por la cabeza al tipo que me preguntó el otro día, sin haberme dirigido la palabra antes ni una sola vez, si soy <<muda>>.
1) Aun en el caso de que realmente fuera muda, habría sido una descortesía y una metedura de pata preguntármelo.Pero evidentemente no lo soy y eso el hombre ya lo sabía.
2) Como por supuesto no soy muda, preguntármelo es una gilipollez porque si yo no suelo hablar eso sólo significa una cosa: que soy muy tímida y me dan vergüenza cosas que a la gente normal no. Entonces, si soy tan tímida (y soy plenamente consciente de ello) ¿¡cuántas neuronas te faltan para recriminarme que no hable y avergonzarme preguntándome si soy mudita y que por qué estoy siempre de brazos cruzados?! si es que manda huevos...hasta me entraron ganas de llorar

Meteos esto en la cabeza: la timidez de una persona no se cura haciendo que lo pase mal, riéndote de que sea incapaz de hablar y de relacionarse. Eso es cruel y ya ni debería hacer falta decirlo. La timidez se cura hablando con esa persona, despacio, sin presionarle, y evidentemente sin recrimirle su carácter que para el tímido ya es suficiente desgracia como para que encima se lo recuerdes y te mofes.

Conclusión que extraigo: los tímidos se piensan las cosas tres o cuatro veces antes de decirlas, mientras que los normales/extrovertidos en general hablan sin pensar y sin ningún tipo de filtro.